Las Crónicas de Narnia 2: El León, La Bruja y el Ropero

C.S. Lewis
Ediciones Destino

Antes de la llegada de Harry Potter, la serie de libros infantiles inglesa de mayor éxito era “Las Crónicas de Narnia”, cuyo primer libro (primero en publicar, segundo en la cronología de la historia) resulta entretenido y mágico, pero ya un poco pasado de moda.

En la Segunda Guerra Mundial, cuatro niños son enviados a la casa de un profesor. En ese antiguo lugar descubren un ropero que lleva a un mundo fantástico, Narnia, donde reina la bruja blanca. Una leyenda de Narnia indica que estos niños están destinados a liberar al reino del invierno eterno con la ayuda del verdadero rey, Aslan el león.

En primer lugar se debe tomar en cuenta que C. S. Lewis escribió estos libros a principios de los años 50’s. Por lo tanto, lo que en aquella época se suponía sorprendente y maravilloso, en ésta época de la TV y el cine quizá no lo sea tanto. Sin embargo, cabe señalar que la imaginación y fantasía relatadas en este libro resultan fascinantes si uno se deja llevar por el estilo sencillo y cálido de la narración.

Otro asunto que sobresale sobremanera es la influencia que tiene el cristianismo exagerado que impregnó siempre el trabajo de C.S. Lewis. “El León, la Bruja y el Ropero” contienen muchísimas referencias el nuevo testamento, lo que ha llevado a que muchas iglesias usen “La Crónicas de Narnia” para evangelizar a los niños. Para quienes no siguen la fe católica o no son tan dedicados a ella, dichas referencias pueden resultar incómodas y desmeritar el valor que por sí mismo tiene el libro.

No es tan imaginativo ni descriptivo como la obra de su colega y amigo J.R. Tolkien, pero si tiene la suficiente creatividad para sobresalir; no tiene toda la acción del mago de J. K. Rowling, pero si despierta la imaginación del lector y lo lleva a grandes aventuras; y quizá sea demasiado “católico” para agradar a todos los gustos, pero en definitiva es una lectura recomendable para los pequeños, ya que fomenta la imaginación, y después de todo, los mensajes positivos son buenos y bienvenidos, independientemente de la religión de la que provengan.